¿Por qué no volvió el tranvía?
Durante 2006 y 2007 los comercios de San Telmo mostraban en sus frentes un cartel que publicitaba la vuelta del tranvía al barrio a través de un proyecto diseñado por vecinos, con una leyenda que, acompañada de la foto de un coche alemán amarillo y pintoresco, rezaba: “Vuelven. Retiro, Puerto Madero, La Boca, San Telmo”. Y volvieron, pero sólo a Puerto Madero.
Al ya clásico tranvía histórico de Caballito, se sumó el Tranvía del Este, impulsado por la Secretaría de Transporte de la Nación. Inaugurado en julio de 2007, costó 46 millones de pesos y sus dos coches, que transitan cada veinte minutos sobre un trazado de veinte cuadras en el barrio más caro de Buenos Aires, fueron alquilados por 175.000 euros cada uno por un año, a la empresa Alstom, la misma del Tren Bala.
Pero en San Telmo existió otro proyecto, “turístico, histórico, solidario y humanitario”, como lo describe Manuel Quique Fernández, presidente de la Asociación República de San Telmo, uno de los principales impulsores del alternativo Proyecto Tranvías que fue presentado a fines de 2005 ante la Legislatura porteña con el aval de 25.000 firmas y cosechó el apoyo de 60 legisladores.
La ciudad alemana de Stuttgart ofrecía 35 tranvías a un precio simbólico de 7.000 euros cada uno, con diez años de garantía. “Todo terminó porque las desiciones son netamente comerciales. Lo único que les interesa es cuánto subsidio se van a llevar”, cuestionó Fernández.
Esta inciativa nunca atravesó la puerta de la Comisión de Asuntos Interjurisdiccionales de la Legislatura, debido al apresurado acuerdo de julio de 2006 entre el gobierno de Jorge Telerman, la Secretaría de Transporte de la Nación y el Ministerio de Obras Públicas porteño, que puso en marcha la obra (sospechada de haber sido sobrevaluada) del tranvía que hoy recorre Puerto Madero.
El trazado del proyecto alternativo, de once kilómetros, se inciaba en Retiro, tomaba Bernardo de Irigoyen, ingresaba a San Telmo por Estados Unidos hasta Puerto Madero; llegaba a Montes de Oca, Martín García y, finalmente, llegaba a La Boca.
Su objetivo era revalorizar la ciudad en función del turismo y unir los barrios del Norte con los del Sur. Y, además, era más barato que el que finalmente se llevó a cabo, que según Fernández “costó 46 millones cuando en el resto del mundo cuesta seis”.
—Juan Francisco Gentile