¿Que es la responsabilidad social? ¿Podemos aplicarla a nuestro barrio?

IRAM (Instituto de Normalización Argentino) está a pasos de San Telmo (Perú 655). Esta organización sin fines de lucro, fundada en el año 1935, tiene por misión la creación de normas, la capacitación en gestión y la certificación de empresas en conformidad con estas normas y otras internacionales -de las que son representantes en la argentina (ISO- COPANT-AMN)-.

Entre las normas que promueve se encuentra la IRAM-ISO 26000:2010 que proporciona orientación a todas las organizaciones, independientemente de su tamaño o ubicación, sobre los principios y actividades que se pueden realizar para fortalecer la responsabilidad social de la empresa con el fin de contribuir al desarrollo sostenible.

En primera instancia insta al cumplimiento legal ya que allí radica una parte fundamental de la responsabilidad social, pero a su vez a ir más allá para potenciar prácticas que benefician al entorno social como: la gobernanza de la organización, derechos humanos, prácticas laborales, medio ambiente, prácticas justas de operación, asuntos de consumidores y participación activa y desarrollo de la comunidad. Las mismas cubren los impactos más probables, tanto de tipo económico, como ambiental y social que deberían abordar las organizaciones.

Teniendo estos conceptos en la cabeza es factible pensar cómo contribuyen las empresas de San Telmo y los propios habitantes a beneficiar, con sus prácticas, el desarrollo sostenible del barrio. Seguro la primera respuesta sería que muy poco. Estamos acostumbrados a ver nuestras veredas rotas, basura desparramada, obras de construcción que obstruyen el paso, metros de cables atravesando nuestras azoteas, bares y restó que ocupan espacios públicos con sus mesas y sillas… y mucho más.

Sin embargo, hay otros signos que nos indican que algunos pueden están dispuestos a hacer la diferencia. Por ejemplo, la verdulería “Tomy” (Perú y Humberto 1º) que junta sus restos desechables de frutas y verduras para “alimentar” la compostera de la Huerta Orgánica de la Escuela Valentín Gómez. Escuela que tiene como proyecto transversal, enseñar el valor de la producción urbana de nuestros propios alimentos y que recibe el apoyo activo de algunos vecinos del barrio, dispuestos a colaborar para multiplicar la idea.

También se observa algo similar, en los comerciantes que apoyan con sus anuncios a El Sol de San Telmo o a la revista Telma; ya que, no solo promocionan sus actividades y productos sino -sobre todo- favorecen la publicación de ideas y preocupaciones barriales.

Ocurre lo mismo con las empresas que se esfuerzan por mantener los edificios que son patrimonio histórico y cultural del barrio (feria San Telmo verde).

Los habitantes podemos tener “responsabilidad social” en nuestros actos, denunciando a las entidades que rompen las veredas por obras de servicio, instando a que la completen hasta la colocación de las baldosas. También informándonos acerca de las reglamentaciones que deben cumplimentarse, en cuanto a la construcción de nuevos edificios o mejorando los hábitos para sacar la basura o pasear a las mascotas.

El vínculo entre esta Norma Internacional y la realidad descripta, parece ínfimo y lejano. Sin embargo podemos pensarlo como disparador para nuevos proyectos e ideas que mejoren a San Telmo, asumiendo nuestra cuota parte con responsabilidad social.                                                                           Florencia Pittaluga / Fabián Rabuffetti

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