Reeditamos la nota a Patricia Merkin -fundadora y directora de Hecho en Buenos Aires- que publicáramos oportunamente, como homenaje por su reciente fallecimiento.
¿Donde naciste?
Nací en Bahía Blanca.
¿Hace cuánto que vivís en San Telmo?
Vivo en San Telmo hace 11 años.
¿Por qué elegiste este barrio para vivir y para instalar la oficina de Hecho en Buenos Aires (HBA)?
Porque con mi ex-compañero de trabajo y de vida decidimos, en aquel momento, lanzar el proyecto desde San Telmo, territorio fértil para movilizar acciones sociales y solidarias, donde desde un principio los integrantes del equipo de HBA contactábamos personas en situación de calle. No cambiaría San Telmo por ningún otro barrio de la ciudad.
¿Cómo surgió HBA?
La historia se remonta a 1998: llegan a mis manos algunas ediciones de The Big Issue (modelo referente de publicaciones vendidas por gente en situación de calle en Inglaterra) que me trajo mi amigo Claudio, quien en ese momento estaba viviendo en Londres. Eran algunos ejemplares de esa publicación que él había comprado a personas en situación de calle de esa ciudad y actuaba como un mecanismo de inclusión. Cuando leí la revista, y conocí el concepto innovador de empresa social que estaba detrás, me entusiasmé con la idea de poder lanzar un proyecto similar en Buenos Aires: era un modelo de empresa social solidaria, que promovía una comunicación diferente. Empoderaba a las personas afectadas por la exclusión y las convertía no solo en parte del problema sino en parte de la solución.
En ese momento, el desempleo en la Argentina era de 17 ó 18 por ciento, la cantidad de personas que quedaban fuera de las oportunidades laborales crecía (cerraban fábricas, se transformaba el mercado laboral, no se ponían instrumentos de inclusión al servicio de la gente que quedaba afuera de las oportunidades). Poca gente se daba cuenta de eso; el concepto de solidaridad estaba dormido.
En efecto, era una idea a probar: funcionaba en Londres, en Milán, Ciudad del Cabo, ciudades alemanas, suecas. Pero en América Latina no había una experiencia similar. Por otra parte, era prácticamente imposible conseguir financiamiento (ni público ni privado) para una idea: todos –decían– querían ver que la revista estuviera funcionando. El British Council finalmente nos asignó un pequeño monto destinado a una capacitación con los colegas de The Big Issue. Nos acercamos al British Council para decirles que nos dejaran usar ese dinero para sacar la primera edición. Como no teníamos oficina, recorríamos las calles, los comedores, las parroquias, los lugares de afluencia de personas en situación de calle y sin trabajo para invitarlos a sumarse. Y les dábamos un papelito en el que tenían nuestros números de teléfono y podían llamarnos con cobro revertido. Así es como se fue armando la red de venta.
Tras dos años de trabajo, y con ese pequeño aporte del British Council, HBA saca su primera edición en julio de 2000, como una revista destinada a ofrecer una oportunidad de generación de ingreso digno a personas en situación de calle y sin trabajo, como una alternativa que pudiera desafiar las prácticas asistencialistas que reinaban (y siguen dominando) a nuestra sociedad. Desafiar significa romper con la habitual forma de hacer “acción social” mediante ayudas asistenciales que perpetúan a las personas en su situación de pobreza sin ofrecerles herramientas concretas que puedan cooperar con su inclusión y promuevan su autonomía.
Y poner esto en marcha significaba combinar periodismo y acción social. Desde un principio entendí que el mensaje sobre inclusión integral, solidaridad social en acción podía fortalecerse editando la revista, justamente por el valor social que tiene la comunicación. A casi once años de nuestro lanzamiento, con una tirada de 5.000 ejemplares, hoy editamos 20.000 distribuidos por unos 180 vendedores/as, para quienes vender HBA es un trabajo.
¿Cuáles son las cosas que te motivan para luchar por la integración social?
La motivación principal es haber comprobado que cuando a una persona se le ofrece una oportunidad concreta y digna de inclusión social, la mayoría de las veces toma esa oportunidad y la hace propia. Haber demostrado que es posible que una persona marginalizada y sin oportunidades aprenda o re-aprenda la vida laboral y a través de la autogestión recupere identidad, autoestima.
Es maravilloso darse cuenta en la práctica diaria de una empresa social (como lo es HBA) de qué manera las personas asociadas a la suciedad, la violencia que genera la pobreza; olvidadas por todos, confinadas a vivir en la más absoluta desesperanza, productos de un sistema que excluye, comienzan, mediante una propuesta de trabajo digna, a ganar autonomía, sentirse útiles para sí mismos y para los demás. De cómo personas destinadas a engrosar las filas del fracaso social, se van convirtiendo no solo en parte del problema sino también en parte de la solución. Y eso es esperanzador para una sociedad que promueve la marginalización de forma constante.
¿Cómo se relacionan esas ideas con un producto editorial y periodístico?
Nuestro balance social no está nunca separado de nuestro balance periodístico. En tanto producto editorial, hemos crecido a lo largo de los años para acertar en la concreción de la unión entre el vendedor y el lector. Nos hemos sumergido en temas ambientales, enfoques sociales y culturales, teniendo siempre como premisa ser honestos y directos con nuestros lectores, ofrecer un producto de calidad que interese e informe a los lectores y que sea una voz para nuestros vendedores.
Nos enorgullece haber logrado crear un triángulo virtuoso entre el lector, el vendedor y la organización. Un circuito en el que el vendedor es influenciado positivamente por el lector; a su vez, el lector cambia al vendedor y el vendedor enriquece a la organización que edita la revista y va contribuyendo a generar cambios.
¿Qué cambios presenciaste en el barrio a lo largo de tu tiempo aquí?
Los cambios de San Telmo a lo largo de la última década confirman aquello de que la única constante es el cambio. De la mano del auge turístico, pero sobre todo de la especulación inmobiliaria, llegaron las iniciativas comerciales en desmedro de la calidad de vida cotidiana que los vecinos realmente necesitan. No obstante, la afluencia de extranjeros en el barrio le suma diversidad y lo convierte en un lugar cosmopolita y eso es interesante porque enriquece al barrio.
¿Cómo ves la realidad de toda esta zona Sur de Buenos Aires?
En esa zona hay mucho déficit habitacional y mucha gente viviendo en emergencia social. En ese sentido, promovería iniciativas de hábitat y de servicios comunitarios que puedan generar integración social y cultural. Crearía un Centro Comunitario de Servicios –hoy inexistente– ¡y pondría Wi Fi en todo el barrio para todos sus habitantes!