Residencia Benoit, entre la historia y la memoria
Dentro de pocas semanas se cumplen diez años de la demolición de la casa denominada Residencia Benoit en la calle Bolívar 787. No es un hecho para celebrar… Sí, tal vez, para conmemorar.
Superada hace muchas décadas la visión monumentalista del Patrimonio, afortunadamente la sociedad reclama y se moviliza frente a la desaparición o mala conservación de un bien que es marco de su vida cotidiana y parte de la memoria colectiva. Y en este sentido, hubo varias movilizaciones y actos de protestas en el año 2008 cuando -sorpresivamente- se demolió.
Diversas organizaciones dedicadas a la salvaguardia del Patrimonio Cultural construido junto con vecinos del barrio, reaccionaron con actos -llamada de candombe incluida- haciendo notar al resto de la ciudad y a las autoridades, que un edificio inherente a la identidad del barrio se había perdido. Efectivamente, luego de un día feriado los vecinos comprobaron que la Residencia Benoit ya no estaba en pie…
La casa demolida no había sido bien cuidada…, además presentaba un estado de deterioro considerable. Hacía años que la planta baja tenía derribadas sus paredes internas para adecuarla, sin permisos, a un uso comercial y la planta alta estaba ocupada por algunas familias. Por aquellos años la adquirió una empresa para realizar un edificio en ese predio y así fue como la casa del siglo XIX quedó demolida en medio de groseros engaños. Hubo sanciones ejemplares, con suspensiones de la matrícula profesional por quince años, para el arquitecto y el ingeniero que estuvieron implicados en esa desaparición e inhabilitación para el dueño de la empresa de demolición ¡Es que tenía Protección Histórica! Estaba en el listado de edificios catalogados del Área de Protección Histórica, APH1 San Telmo, del Capítulo X del Código de Planeamiento Urbano. El nivel de protección del edificio era Cautelar, esto significa que no se trataba de una singularidad arquitectónica, estilística o tipológica (en ese caso el nivel de protección hubiera sido mayor), sino que tenía valor porque constituía una referencia formal y cultural del barrio, daba sentido de conjunto al carácter edilicio del área… ¡Que no es poca cosa!
Sin embargo, ese edificio que se demolió en 2008, que algunos atribuyen su diseño y construcción al Arq. Guillermo Álvarez, no era la casa de Pedro Benoit sino la de su familia política. La casa donde él vivió estaba en Bolívar 793 y fue demolida en 1978, cuando se concretó el ensanche de la calle Independencia para transformarla en avenida y en la ciudad aún no había legislación sobre Protección del Patrimonio Arquitectónico.
Esa casa había sido construida por Pierre Benoit, su padre y poseía un interior finamente vestido y, en la fachada, unos singulares arcos apuntados neogóticos. Luego tuvo algunas modificaciones, realizadas por Pedro Benoit (h). Durante treinta años, lo que había quedado en el barrio de esta verdadera casa era la lonja de terreno que constituyó una plaza seca donde el grupo Los muralistas del oeste realizó el enorme y vistoso mural Carnavales de Antaño, premiado por el GCBA y que está perdido hace diez años. Esa porción de terreno fue excavada en 2001, por arqueólogos de varios equipos universitarios, con el objeto de investigar la vida cotidiana de una familia franco-argentina de principios del siglo XIX. Se encontraron los restos de cimientos de ese sector de la casa, objetos, mosaicos, azulejos y molduras que habían pertenecido a la vivienda.
¿Qué ocurrió? ¿Qué es aquello que indignó tanto a la comunidad santelmeña?
Dos cosas. Una, el atropello, la mentira, la patraña para demoler con impunidad un edificio que tenía cierta significación social y que -sin duda- era una pieza del entorno que daba carácter al barrio. La otra, se relaciona con el valor que le otorgó la comunidad debido a los habitantes famosos que tuvo esa esquina, Pierre y Pedro Benoit, padre e hijo. Proyectistas y Directores de innumerables e importantísimas obras de arquitectura, ingeniería, infraestructura en esta ciudad y en muchas de la Provincia de Buenos Aires, desde la época rivadaviana (Pierre) hasta la Generación del Ochenta (Pedro). Sin duda es una esquina donde el apellido Benoit está presente.
Y sobre ese apellido también hubo curiosidad durante mucho tiempo por algunos datos genealógicos de carácter romántico… Pierre Benoit (1794-1852) de origen francés, llegó a la Argentina en 1818. Ex oficial de la marina imperial francesa se casó con María Josefa de las Mercedes Leyes y se insertó rápidamente en la sociedad porteña por sus supuestos vínculos con la nobleza francesa. Se extendió la leyenda, que fue tenida por cierta por algunos historiadores durante más de un siglo y medio, de que Pierre Benoit era Luis XVII, el Delfín de Francia, hijo de Luis XVI y María Antonieta ejecutados en los episodios de la Revolución Francesa. Se sostuvo que el Delfín pudo escapar de la Prisión del Temple con un cambio de identidad y encontró aquí su refugio. Esto, que fue un gran enigma de la historia francesa -hubo decenas de supuestos Luis XVII en todo el mundo-, lo develó la ciencia a fines del siglo XX cuando se compararon estudios de ADN realizados en cabellos de María Antonieta y en el corazón de un niño muerto en prisión conservado en París y siempre atribuido al Delfín.
Desde el punto de vista profesional, a Pierre Benoit se lo conoce -principalmente- por colaborar con Próspero Catelin en el diseño del pórtico de la Catedral de Buenos Aires. Su hijo Pedro (1836-1897) fue autor de fantásticas y monumentales obras, se desempeñó desde la función pública como agrimensor, ingeniero, arquitecto y urbanista. En consonancia con las modernas ideas higienistas de su época dirigió equipos técnicos para el trazado de varias ciudades. El más importante y acabado es el de la cuidad de la Plata, como su participación en el diseño de su colosal catedral. Esto motivó a Pablo Bruera, Intendente de La Plata en el momento de la demolición de la casa de Bolívar 787, a realizar un acto público en el cual solicitó al entonces Jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri su reconstrucción.
Es muy importante este caso, porque al margen del valor arquitectónico que el inmueble demolido en 2008 pudo tener y de la confusión histórica que pudo haber, lo cierto es que para la comunidad esa esquina tiene un valor significativo considerable, condición más que necesaria para preservar el patrimonio. No hay patrimonio que subsista solo por la Declaratoria de las autoridades ¡Pero lo cierto es que las casas Benoit ya no están!
De las tres alternativas que hay para conocer el pasado -las reliquias (el objeto físico), la memoria y la historia- en este caso quedan las dos últimas, que nunca satisfacen ampliamente porque están sujetas a la subjetividad humana.
Aquí la memoria conduce a un pasado creído, a una interpretación subjetiva que las personas hicieron a partir de sus recuerdos, tal vez no se ajustan con precisión a los hechos… pero forjaron la leyenda por la que la comunidad valoró la casa. La historia, a pesar de estar escrita por personas que pueden percibir los hechos de diferente manera, siempre tiene el sustento de los documentos, de las investigaciones científicas como hubo en el caso de las viviendas de Bolívar 787 y 793.
Por supuesto que la reconstrucción del edificio, el re-hacer la reliquia, escapa a toda lógica de cualquiera de los Documentos Internacionales sobre Conservación del Patrimonio. El patrimonio construido es un recurso no renovable por eso hay que conservarlo, no puede reemplazarse.
¿Reconstrucción de la memoria? Sí. Es lo único que puede hacerse ahora.
En estos días reaparecieron reclamos y peticiones de los vecinos, es una manera de conmemorar. Desaparecidos los edificios con valor patrimonial, privada la sociedad de su patrimonio, es lógico que esa esquina se recupere para la comunidad y se transforme en un espacio de uso público. Pero para ello, seriamente, las autoridades deben consultar a los Especialistas en Conservación del Patrimonio para evaluar -junto con la comunidad barrial- los valores, los símbolos, los significados y poder establecer con criterio de qué manera y con qué es necesario hacer un homenaje a los Benoit y al mural Carnavales de Antaño.
Arq. Alejandra De Marco