Rincón Histórico: Casa Castagnino: La otra rosada de la calle Balcarce
Rosa, muy rosa. A la vez vieja, muy vieja. Centro de todas las miradas de la cuadra –excepto del vecindario por la influencia de esa hermana que se llama “costumbre”–, la Casa Castagnino emerge como un fantasma desde el 1016 de la Calle Balcarce, muy cerquita de Carlos Calvo.
Y esta vieja de cara rosada, corroída por el paso de tres siglos, sonríe al empedrado al tiempo que le cuenta episodios de lo que fue testigo; y a su madre, la señora Historia, se le llenan los ojos de lágrimas. La Casa Castagnino recibe este nombre porque fue precisamente el gran pintor argentino Juan Carlos Castagnino (1908-1972) quien la habitó y montó su atelier a partir del año 67.
“Cuando papá vino de Mar del Plata, recaló en San Telmo con un grupo de amigos: intelectuales, estudiantes de arte… Estaba en un conventillo de México y Balcarce. Ahí vivió con mucha gente de nuestra “inteligenzia”, si se quiere. Después, ya de grande, como tenía que venir todos los días al taller y le quedaba lejos, porque nosotros vivíamos sobre la General Paz, del lado de la provincia –frente al barrio de Mataderos–, decidió buscar un lugar cerca de donde desarrollaba su vida social”, cuenta Álvaro Castagnino, hijo de Juan Carlos, el primer ilustrador de una de las mayores obras de la literatura gauchesca argentina, el Martín Fierro, alumno de Lino Spilimbergo y amigo de Antonio Berni, Enrique Lázaro y del mexicano David Alfaro Siqueiros.
Esta casa, que data desde fines del siglo XVII, funcionó como correo en la época de Rosas y formó parte de la primera Capitanía de Puertos. Luego de la epidemia de la fiebre amarilla pasó a ser una casa de inquilinato.
A decir verdad, se transformó en un conventillo y los Castagnino la compraron con el compromiso de que las personas que lo habitaban se irían a otro lado. Esa gente fue indemnizada tal como se prometió. La adquisición del inmueble por parte del pintor coincidió con la época en la que estaba la demolición para construir la avenida 9 de Julio, por lo que pudo conseguir muchas cosas de época para mantener el estilo arquitectónico.
Según Álvaro, “la casa se mantuvo tal cual estaba. Papá construyó su taller encima, pero sin tocarla”. Y vaya si se mantuvo como estaba: si cuando se traspasa el marco de esa antigua puerta de roble, que parecería custodiar a la eternidad, se siente que el tiempo no es una abstracción, una mera categoría con la cual entretenerse en los ribetes del pensamiento: se hace físico y muestra, tal vez, su rostro más imponente.
Las pocas veces que la casa fue “retocada” fue tratada como una literal restauración: se respetaron sus materiales como la cal, el barro y los ladrillos. Dieciocho habitaciones, dos patios y un jardín en el cual se mezclan esculturas italianas y una vegetación que, con marcado entusiasmo, intenta llevarse el protagonismo de los colores: una copia de la Venus del Delfín –que J.C Castagnino tenía en su taller–; el retoño de una vieja higuera; una escultura de Falciani; un alcanfor, conocido como el árbol santo.
A la espalda, el bello mirador que da a Paseo Colón, de aproximadamente doce metros de ancho y que se encuentra a una altura de ocho metros con respecto al nivel de la calle, deja imaginar que sus primeros habitantes pueden haber sido contrabandistas, ya que las aguas del Río de La Plata llegaban hasta aquí.
En 2007, hasta el 28 de octubre, Mariana Castagnino, Juan Gasparini y Eduardo López llevaron allí el Museo Libertino, un espacio creativo del erotismo, pensando al barrio y a esa casona como un buen lugar para un museo “progresista”.
Actualmente, en la Casa Castagnino funciona la galería de Álvaro, quien se dedica, desde siempre, a trabajar con obras de artistas argentinos. No está abierta al público, aunque sí lo estuvo durante un período de cinco años, entre 1984 y 1989.
“Fue una apuesta difícil haber abierto la galería aquí en esos años. No anduvo bien, me tuve que volver a la calle Florida, que era donde estaba. Ahora estoy pensando volver a abrirla nuevamente”, sentencia el hijo de uno de los pintores más importantes de la historia argentina.
—Santiago Baldarenas
Santiago me gustaria saber si lograstae recopilar mas informacion aceca de la casa ya que estoy haciendo un trabajo de investigacion sobre la misma. gracias
Me encanta el comentario pero creo que dee haber mucho más que no cuenta..!!!
Parte de mi infancia transcurrió en ese hermoso barrio …que nostalgia me dá no haber tenido la edad para conocer desde otro lado su historia!!
Hola Elisa, gracias por tu comentario. Saludos.