Rincón histórico: la Plaza Dorrego
Por Patricia Suárez
La misma plaza donde hoy te detenés a tomarte un cafecito, admirar una antigüedad o bailar una milonga las noches calurosas, tiene una historia antiquísima. Era un hueco, reservado de toda edificación por el Cabildo, desde el año 1745. Como estaba de camino entre el Puerto y los extramuros era apenas un apeadero o lugar de remuda de los carreteros, antes de cruzar el penoso zanjón de la calle Chile, por la cual corría el arroyo Tercero en aquel entonces. También se comerciaban los “frutos del país”, y se convirtió con el correr del tiempo un mercado concurrido. Pronto fue conocida como «plaza de la Residencia», debido a su vecindad con la Casa de los Jesuitas. Un cerco de tunas la rodeaba, pero hacia 1768, luego de la expulsión de los jesuitas y la expropiación de sus bienes, los vecinos de San Telmo solicitaron al Cabildo (quien firma la solicitada se llamó F.I. Oliden) la formación de una plaza inmediata a la Residencia de la Compañía de Jesús. El Cabildo accedió y ordenó además levantar el cerco de tunas. Se convirtió entonces en “la plaza del Alto de San Pedro”, una de las más antiguas después de la Plaza de Mayo en Monserrat.
En el solar de la calle Defensa 1062-72, existía un negocio de importación de harinas, que llevaba adelante don Patricio French, padre de Patricio French, el creador de la escarapela. Al parecer, Patricio (hijo) era de carácter muy impetuoso y en los días de la Revolución de Mayo, arrastró a la población porteña a festejar en (lo que podríamos llamar) la plaza de enfrente de su casa.
Como si fuera poco, en septiembre de 1816, avanzando por la calle del Colegio (hoy Bolívar) se plantó en la plaza el General Pueyrredón, el Presidente del Cabildo, el Cabildo Eclesiástico y los comisarios de policía. Se leyó el Acta de la Proclamación de la Independencia asumida por las Provincias Unidas del Río de la Plata, respecto a la dominación española y la del rey Fernando. Contestó la proclama el párroco de San Telmo, don Francisco Silveira: “Sí, juro por mí mismo y a nombre de los feligreses de este barrio”.
En 1822, durante el Ministerio de Gobierno de Bernardino Rivadavia y tras una revisión de la nomenclatura oficial de las calles y plazas de la ciudad, fue rebautizada con el nombre de «Plaza de Comercio». La calle Humberto Primo –que limita la plaza- había recibido varios nombres y por ese tiempo llevaba el de calle del Comercio.
No se llamó como la conocemos hasta 1900, en homenaje al coronel Manuel Dorrego y porque éste vivía enfrente a la Plaza. El aljibe que se encuentra en la plaza perteneció a la casa de Dorrego. Tiene el nombre de un héroe muy discutido, contradictorio dentro de la historia argentina pero revolucionario de cuerpo entero y leal a la idea de patria y libertad. Dorrego fue fusilado en 1828 en Navarro, Buenos Aires, por orden del General Lavalle. Fue un crimen absurdo, o como sentenció Sarmiento muchos años después: «…la muerte de Dorrego fue uno de esos hechos fatales, predestinados, que forman el nudo del drama histórico, y que, eliminados, lo dejan incompleto, frío, absurdo.» Se recuerda en la placita también otra injusticia: la desaparición el 8 de julio de 1976, de Adelina Noemí Gargiulo, artesana de la plaza, víctima de la dictadura argentina de aquel entonces.
La plaza tiene además un pasado tanguero y el Café Plaza Dorrego es el que mejor lo evoca. La cortada Anselmo Aietta, donde nació y vivio el bandeoneonista que además compuso temas como Palomita Blanca o Alma en pena. En invierno, la actividad nocturna de la plaza es nula; en el atardecer el último en irse –después que levantaron sus puestos los artesanos- es el vendedor de jugo de naranja exprimido a la vista. “Yo traigo de lejos las mejores naranjas”, dice él; y se puede beber bajo el palo borracho o el inmenso gomero de la plaza. En las noches de verano, los bares y cafés que rodean la plaza, ponen sus mesas allí y un equipo de música. Los habitués salen a bailar: milonga, tango, música tropical. La Navidad y el Año Nuevo, se festejó en la plaza Dorrego cantando y bailando hasta muy tarde, como si San Telmo fuera todavía un barrio chiquitito, la aguja del pajar que es Buenos Aires.
Hola Patricia: el hijo de Patricio French -el comerciante en harinas- se llamaba Domingo. Dominguito había nacido en 1774 y murió quince años después de la Revolución de Mayo. Fue el primer cartero de Buenos Aires y con su amigo Antonio Berutti repartieron las cintas que identificaban a quiene entraban al Cabildo Abierto y sostenían las ideas revolucionarias. Al parecer, tampoco eran celestes y blancas pero eso es…otra historia.