San Telmo Limpia: mi experencia en “La calle del cambio”
Cuando regresé en el ´86, comencé a dar clases de Tai Chi en el Parque Lezama. Para poder trabajar, debíamos limpiar antes el lugar. Como había bastante gente usando el parque, con Elsi Güiraldes -sobrina nieta del escritor, amiga y vecina- pensamos en organizar una limpieza comunitaria. ¡El parque se lo merecía! Hablamos con los vecinos y un sábado de mayo éramos tres mujeres con escobas listas para la tarea. Mientras algunos de los que nos miraban decían: “Yo pago los impuestos”, me resultaba difícil entender la falta de amor y sentido de pertenencia a un lugar tan hermoso.
Hoy, 22 años después y a partir de una convocatoria hecha desde “El Sol de San Telmo “ otra vez mi terca vocación y la experiencia de años de aula y tareas comunitarias, con chicos y adultos y resultados positivos; me llevaron a creer que éste podría ser un buen momento para hacer de una de las calles más sucias de San Telmo: Bolívar entre San Juan y Cochabamba, “La calle del cambio”.
Charlamos con los vecinos, con el coordinador del Grupo de Jóvenes, con algunos instructores y padres, con gente de la escuela y con una familia de cartoneros, sabiendo que si un grupo logra crear un ambiente limpio y ordenado, todos comenzarán a actuar allí de otra manera y también las autoridades tendrán que cumplir con su tarea de mantener la Ciudad limpia.
¡Nos lanzamos! y el sábado 23 de agosto armamos una minga*. Un grupo entusiasta de niños, jóvenes y adultos lavamos las veredas y la calle y despegamos los carteles de la pared cercana al predio que utiliza el Grupo de Jóvenes. Nos apoyaron y visitaron miembros de Casco Histórico, de Cliba y periodistas y fotógrafos de varios medios. Después nos sentimos cansados pero muy felices, y hoy, tres meses después, vemos casi sorprendidos -debo confesar que la realidad superó las expectativas-que en esa pared nunca más se pegó un afiche, que las veredas de la cuadra se ven lavadas y sin residuos en general y que no se acumulan bolsas con residuos en ese rincón debajo de la Autopista.
Se nos decía que todo había quedado lindo pero que esas acciones no se mantenían en el tiempo. Apostamos a realizarlas, seguros de que lo positivo deja energéticamente una impronta. Algo pasa … y pasó! Ahora vamos por más. En ese espacio iremos armando la plazoleta de “La calle del cambio”; tendrá graffitis en la pared limpia, un banco, un cantero con flores y un cesto. Nos encontraremos allí para realizar actividades artísticas y de difusión de acciones para una convivencia más agradable .
—Anandi Elba Fernández
*Minga: palabra quechua que indica la costumbre de los pueblos andinos de ir todos a la casa de una persona a realizar un trabajo. Al terminar, comían y bebían juntos. Si alguien llegaba a la hora de comer y no había trabajado, se le contestaba “minga vas a comer”. De ahí viene la expresión del habla popular de Buenos Aires con este significado.