San Telmo Preserva

Alberto Martínez y Patricia Barral de San Telmo Preserva.

Alberto Martínez y Patricia Barral de San Telmo Preserva.

Vecinos por un Casco Histórico vivo

San Telmo Preserva es un grupo de vecinos autoconvocados que tomó forma en la primavera de 2008, cuando el el GCBA presentó el Proyecto Prioridad Peatón (PPP): una serie de modificaciones urbanísticas para la calle Defensa, incluyendo su semi-peatonalización. Al no ser consensuado con el vecindario, el proyecto generó una fuerte oposición local que se consolidó bajo el nombre San Telmo Preserva. Luego de una campaña mediática y una audiencia pública, se cambiaron los planes municipales, pero este grupo de arquitectos, periodistas, expertos en patrimonio y vecinos ya había nacido.

“En dos años y medio hemos logrado que se instale en los medios y en el Gobierno de la Ciudad los asuntos del barrio y de la identidad en los barrios históricos”, comenta Patricia Barral, periodista política que muchos identifican como la vocera del grupo. “Logramos que se entienda la idea de que hay mucha gente que quiere mantener su estilo de vida tradicional y que hoy está alarmadísima con algunas políticas del estado y del mercado”.

Desde sus comienzos, Barral ha sido uno de los miembros más vocales y más tenaces en mantener a flote el debate sobre los cambios urbanísticos y sociales en la zona—tanto en los medios masivos como en los encuentros y foros vecinales. Y aunque la mayoría de los participantes del grupo van variando según las épocas y prioridades del accionar, su otro constante es el arquitecto Alberto Martínez.

Patricia Barral.

Patricia Barral.

“Cuidar el patrimonio y la identidad del barrio son para mí los dos pilares en que basamos nuestro trabajo” comenta el arquitecto. “Siempre tuvimos que lidiar con distintas posturas, y en ese sentido San Telmo Preserva es como una paraguas sobre muchos intereses distintos—los anticuarios, los comerciantes, los vecinos, y eso no es nada fácil”.

A pesar de estas dificultades, el grupo ha logrado -a veces sólo, a veces en conjunto con otras entidades– una serie de acciones para posicionar la voz de los vecinos en el debate público sobre las transformaciones en el Casco Histórico, incluyendo:

Un acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Urbano sobre la ley 65 donde se comprometió a no tocar el adoquinado dentro del Casco Histórico; frenar la colocación de una luminaria moderna sobre la calle EEUU; participar, junto a otros grupos patrimoniales, en promover la prórroga de la Ley 2548 (ahora 3056) que protege inmuebles construidos antes de 1940; participar en un recurso de amparo contra la Torre Quartier, captando la atención pública sobre la construcción de esta vivienda de 27 pisos a metros del Casco Histórico; instalar la problemática de venta ilegal y el “desmadre” de la feria de los domingos en la agenda política, y más.

Además, el foro virtual del grupo sirve como un espacio de debate y advertimiento sobre demoliciones clandestinas y otras problemáticas relacionadas al patrimonio y la identidad del barrio.

Si bien parte del desafío de San Telmo Preserva ha sido un exceso de temas y situaciones “que a veces excedía nuestra capacidad de accionar” según Martínez, sigue promoviendo la idea de una política de manejo más acorde a las necesidades reales de la zona.

“Venimos pidiendo normas nuevas para el Casco Histórico que contemplen una planificación de la actividad productiva y comercial, que respeten y prioricen los vecinos y que apoyen a los negocios tradicionales. Queremos que la actividad turística sea razonablemente incorporada en la vida barrial y no que lo aplaste”, dice Barral.

Martínez aclara que el hilo conductor de esta visión es un Plan de Manejo actualizado para el Casco Histórico. “El Código de Planificación Urbana no fue modificado desde 1970, y los usos y actividades permitidos en la zona ya no complementan la realidad actual. En la medida en que haya más apertura de parte de los vecinos a un Plan de Manejo, ellos podrían participar en la articulación de la mejor manera de planificar la zona”.

Pero para que los vecinos reclamen esta nueva normativa, aclara Martínez, ellos mismos tienen que darle valor al hecho de habitar al Casco Histórico, con todo lo que implica cuidar el patrimonio cultural—no sólo de la ciudad, sino de la nación.

“Sería importantísimo crear la concientización de qué es preservar y conocer realmente el lugar donde uno vive” dice el arquitecto, y agrega que este conocimiento “a mucha gente le falta todavía”. Destaca el rol de las escuelas, de las inmobiliarias, y del Estado mismo en educar y mantener el valor de nuestro Casco Histórico—no sólo como un conjunto arquitectónico sino como una realidad social y residencial.

“Este es un Casco Histórico muy particular, con vida vecinal propia. Si logramos un Plan de Manejo consensuado con profesionalismo, y quienes lo producimos podemos llevarlo adelante, creo que sería todo muy diferente”.

—Catherine Mariko Black


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