Tejiendo cuentos en red

Carolina Aguayo

Es analista de sistemas y psicóloga social, sin embargo, cuando se presenta, lo primero que dice Carolina Aguayo es: “Soy astróloga”.

Luego de haber estudiado en Casa XI (un prestigioso centro de estudios de Astrología), formó un grupo de mujeres para trabajar con el libro “Mujeres que corren con lobos”. Escrito por la psicoanalista norteamericana Clarissa Pinkola Estés (72), la obra se basa en una recopilación de relatos populares que recrean el mito de la Mujer Salvaje, esa fuerza-hembra que habita en todas las mujeres cuando dejan de temerle a su poder.

“El objetivo del taller -que se viene haciendo hace doce años- es revalorizar el universo de las tareas femeninas, de las cuales muchas nos hemos alejado en un intento de conquistar un lugar en la sociedad. Nuestra intención es recrear un ambiente de intimidad que nos permita acercarnos. Y mientras nuestras manos tejen, cosen y bordan, nuestras almas a la vez tejen ideas, bordan preguntas, cosen respuestas”, explica Carolina.

El Sol: ¿Cómo unís el relato de los cuentos con el tejido, simultáneamente?

C.A.: La idea es relacionar cada libro con los signos del zodíaco, que a su vez funciona como disparador de la charla. Mientras tanto, trabajamos con el tejido como si fuera un mantra, así como una monja reza mientras sus manos avanzan con las cuentas de un rosario. Lo hacemos al mismo tiempo que tejemos los cuadrados, que luego formarán mantas para donar a entidades benéficas. Para tejer esos cuadrados no se necesita “pensar”, porque no hay que contar los puntos. Formo parte de una cooperativa que hace un trabajo personal y uno solidario. Apadrinamos una escuela de indios Wichis, en San Miguel (Chaco) y también al hogar de madres solteras y embarazadas San Francisco (en Misiones), haciendo mantas para las madres y para las cunas de los bebés.

El Sol: ¿Dónde se hace esta actividad solidaria?

C.A.: Actualmente la hacemos en mi casa, en Palermo, pero la idea es poder replicar estos talleres en otros lugares. Nos encantaría realizarla en San Telmo, para lo cual estamos buscando algún centro comunitario que nos pueda brindar su espacio.

El Sol:  Muchos terapeutas hablan del “poder curativo de los cuentos” ¿Es así?

C.A.: Exacto. Los cuentos son como una medicina alternativa para el alma. Al ser escuchados generan emociones, preguntas, anhelos y nos permiten comprender los arquetipos con los cuales se vinculan. Nos dan la posibilidad de reparar o recuperar la salud del alma. Como dice Pinkola Estés, para abordar los cuentos desde esta perspectiva hay que ser un poco “guardián de antiguos relatos”. Es decir, recuperar historias contadas de generación en generación, asumiendo la responsabilidad de transmitirlas como el tesoro que son: Los cuentos son una medicina que fortalece y encamina a la persona y a la comunidad. Esta psicóloga (discípula de Carl Jung -1875/1961-) caracteriza los cuentos como relatos que pueden ser utilizados “como vitaminas del alma”, ya que despiertan nuestra vida interior y esto es esencial cuando estamos atemorizados, cuando nos sentimos acorralados y sin libertad para actuar en nuestra vida. Los cuentos tienen el poder de abrir, de par en par, las puertas del alma a los sueños, haciendo despertar la sabiduría que cada uno posee en su interior.

El Sol: ¿Qué ha perdido y ganado la mujer, en la actualidad?

C.A.: Hemos ido perdiendo nuestros propios ritmos. Por ejemplo, no es casual que los ciclos menstruales -que duran 28 días- coincidan con el ritmo lunar. De hecho, en las noches de luna llena, se producen más partos y los hospitales tienen más pacientes que de costumbre. Nuestros tiempos son diferentes a los del hombre, de hecho podemos hacer más cosas a la vez que un varón ¡Pensar que recién a mediados de este siglo las mujeres tuvieron derecho al voto! Todavía vivimos en una sociedad patriarcal, donde la mujer está en un lugar subalterno al hombre. Pasamos de la dependencia del padre a la del esposo. De hecho, hasta no hace mucho, las mujeres no podían viajar al exterior sin la autorización de los padres o maridos. Y todavía hoy muchos esposos dicen “te lavé los platos”, como si nos lo hicieran a nosotras y no como una tarea más del hogar que compartimos. Por otro lado, ganamos en la posibilidad de ser independientes económicamente. Podemos hacer lo que nos gusta y negociar de igual a igual con el hombre.

El Sol: Afortunadamente, los hombres empezaron a ocuparse de temas tradicionalmente considerados «femeninos». Es inconcebible que aún hoy les corresponda solo dos días de licencia laboral por el nacimiento de un hijo.

C.A.: Sí, con todo lo que eso implica. Nuestro objetivo es visibilizar lo que damos por sentado y mostrar lo que todavía falta. Es un trabajo de autoconocimiento: No quedarme encerrada en mí, ampliar la mirada, ver más allá, pensar en el otro, ponerme en su lugar…

Carolina busca en su celular un video de la intervención callejera que hizo su grupo el 8 de marzo pasado: “Marchamos junto a feministas, lesbianas, trans y otros colectivos, pero en sentido contrario a la corriente. Actuamos en círculos, que son más convocantes que las peregrinaciones. Nos juntamos desde el arte”. Me muestra la grabación y se escucha las mujeres cantar: “Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado, que va a caer / Viva la rebeldía y la alegría, que no paran de crecer”.

Texto y foto: Diana Rodríguez

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