Testimonios: Isabel Bláser

Parte de nuestra temática central: ¿Por qué eligo a San Telmo?

Isabel Bláser. Foto: Lisandro Gallo

Isabel Bláser. Foto: Lisandro Gallo

“Mi” es un apócope de “mío”. Y este pronombre posesivo, puesto a ciertos sustantivos –según la Real Academia Española-, expresa cariño. Eso es lo que siento cuando digo que San Telmo es mi barrio.

Otra cosa que he notado es que cuando tengo que poner la dirección donde vivo, agrego “San Telmo, CABA”, pues para mí es un orgullo, una identidad, una distinción, una pertenencia. Quiero mucho a San Telmo y tengo la suerte de haber podido elegir vivir en él.

Casi lo conozco palmo a palmo porque con mi amigo Tuco lo recorríamos los días soleados y lluviosos sin descanso y con curiosidad. Por él, descubrí rincones impensados, domingos de mañanas silenciosas que me permitieron apreciar la belleza de su edificación, me detuve a conversar con muchos vecinos, hablando primero de nuestras mascotas y luego ahondando en nuestras profesiones, problemas cotidianos, sueños y alegrías.

En San Telmo conviven y se cruzan por sus vereditas angostas y sin árboles –como en las antiguas ciudades que nos muestra el mundo-, el rico; el pobre; el analfabeto; el intelectual; el artista y el empresario. Hay una enorme diversidad y es -precisamente- eso lo que nos enriquece humanamente y nos da la posibilidad de abrir nuestra mente. Puedo decir entonces que nuestro barrio refleja la vida misma, no parte de ella como otros.

De cualquier manera, mucha gente también lo rechaza por ese motivo, ya que busca la uniformidad o estar entre pares para sentirse seguro y sin sorpresas. Y está bien si así lo sienten, pero no es mi caso.

Podríamos decir que San Telmo es como la escuela pública, que no pregunta nada sólo acoge; o como el guardapolvo blanco, con él los alumnos son todos iguales frente al maestro.

A todo esto hay que agregarle su tremenda historia, que es el origen de nuestra gran ciudad y, entonces, qué más se puede decir… sí, una cosa más: ¡CUIDÉMOSLO!, defendamos esa identidad que hasta puede traducirse en desprolija o descuidada, pero que es profundamente integradora. Mostremos a ese San Telmo que evoluciona favorablemente con el tiempo, pero sin olvidar sus orígenes porque es el barrio fundacional de la ciudad y como tal tiene la obligación ineludible de transmitir la cultura de un pueblo que ha recalado en él, dejando su huella histórica en cada piedrita por más insignificante que sea.

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