Tita de San Telmo
Por Pablo Masson
Nos referimos a la querida cantante y actriz Tita Merello, llamada también “la morocha argentina” y “Tita de Buenos Aires”.
Registrada con el nombre Laura Ana Merello, nació el 11 de octubre de 1904 en la calle Defensa 715, en un conventillo de San Telmo. Su padre, Santiago Merello, era un vecino del barrio, cochero de profesión, quien moriría cuando Tita tuviera cuatro meses de vida, a los 30 años de edad. Su madre, Ana Gianelli, era una uruguaya que trabajaba como planchadora, quien la reconocería como hija cuatro años después de su nacimiento, por razones que no están muy claras.
Tuvo una infancia muy dura: económicamente y por falta de cariño. Estas condiciones le templaron su personalidad de carácter arrabalero (“el dolor nació conmigo), con el cual más que interpretar personajes ajenos, era su propia manera de ser la que la expondría al público con naturalidad de grande (“mi mejor personaje soy yo”). A los 12 años era analfabeta por no haber podido concurrir a la escuela, pero el redactor periodístico Eduardo Borras le enseñaría a leer y escribir a partir de los 15 años, lo que generaría una profunda amistad y agradecimiento en Tita.
De adulta tuvo desencuentros amorosos. Estuvo en pareja con el actor Luis Sandrini, que según confesara fue su gran amor, pero quien luego se alejaría para no volver. Su primer papel en cine fue ¡Tango! (1933), junto con Libertad Lamarque, y también tomó papel en otras como “La Fuga”, “Cinco rostros de Mujer”, “Los Isleros”, “Guacho” y “Mercado de Abasto”, entre otras.
Como cantante fue una de las creadoras de la modalidad femenina en el tango. “Se dice de mí” y “La milonga y yo” son sus temas musicales más recordados.
Falleció el 24 de diciembre de 2002 en la Fundación Favaloro, en el barrio de Monserrat y con 98 años, luego de haber estado internada por cinco años. En el recorrido de los restos de Tita, la iglesia San Pedro Telmo recibió el féretro a las 9hs del día siguiente, donde una multitud de personas se congregaron para despedirla entre aplausos y las palabras del párroco de la iglesia, el padre Ernesto Salvia, sobre Humberto l, entre Defensa y Balcarce. Luego de todo el cotejo fúnebre sus restos fueron trasladados al cementerio de Chacarita y cremados.
Recuerdos del padre Ernesto Salvia:
El padre de la parroquia San Pedro González Telmo nos contó un poco sobre su relación con Tita, y confiesa que “era un admirador de ella”. Una mañana le avisaron que Tita estaba en la puerta de la iglesia; había venido desde la Fundación Favaloro y estaba en silla de ruedas, pues ya estaba internada entonces. El padre, conmocionado, hizo prender las luces de la iglesia en su honor como bienvenida y dio una misa, por lo cual ella se emocionó. Desde ese momento nació una relación personal entre ambos basada principalmente en el afecto que se generó, en la cual el padre hacía sus visitas frecuentes en la Fundación Favaloro para hacerle la comunión y confesarla, pero también charlando sobre tango y otras cosas en las que el padre tenía conocimientos. Aunque por sus condiciones no podía salir mucho, visitó un par de veces más a la iglesia San Pedro Telmo, el mismo lugar donde fue bautizada.
“Su fé la sostenía”, cuenta Salvia. “Ella me traía un sobrecito con dinero para ayudar a los pobres”, confiesa, casi emocionándose.
Tita vendió su departamento al ser internada, y ese dinero lo donó a la Fundación Favaloro para que allí la atiendan hasta los últimos días de su vida. A su muerte el padre le escribió una predicación, y en esa misa, que recuerda que se llenó de gente, el organista tocó el tango “Hotel Victoria”. Fue el padre que le incentivó para que intentara tocarlo como parte del homenaje, ya que Tita así lo pidió. En el cotejo fúnebre que llegó hasta el cementario de Chacarita, el padre rememora su paso por donde fue su casa en la infancia, en la calle Defensa.
Así le diría adiós a un amigo de sus últimos años, “el curita de San Telmo”, como recuerda que lo llamaba afectuosamente.
Y así San Telmo la vería nacer y le diría su último adiós.