Un puente a la memoria, a la verdad y a la justicia

Los vecinos de San Telmo solemos sentirnos especialmente orgullosos de vivir en un lugar que fue escenario de momentos decisivos en la historia de la ciudad y de la República. Miramos entonces para atrás e imaginamos ciertos sucesos con misticismo y aparecen sus calles y edificios recreándonos ese tiempo.

Es parte de la identidad de nuestro querido barrio, pero también hay otra historia, no menos importante, no menos decisiva, pero que quizás, por ser más reciente y dolorosa,  aún nos cuesta incorporar. Una historia que necesitamos recordar, recuperar y reconstruir.

En este mes de marzo nos resulta muy oportuno e importante rescatar esa otra historia, la de nuestro barrio donde, como en muchos otros, fueron detenidos y asesinados vecinos y donde -además- funcionó un centro de detención, tortura y exterminio de personas durante la última dictadura militar: el Ex Club Atlético.

Muchos sabrán y otros no, que este lugar estaba ubicado en Paseo Colón, entre Cochabamba y San Juan y funcionó en los sótanos de un edificio de Aprovisionamiento de la Policía Federal entre enero y diciembre de 1977 y que, en 1978, fue demolido para la construcción de la Autopista 25 de Mayo que hoy pasa por ahí. Por eso sus instalaciones se hallan sepultadas por cemento, pilares de concreto y un talud de tierra gigante que sostiene a dicha autovía. Por allí se calcula que pasaron alrededor de 1500 personas, las cuales -en su gran mayoría- continúan desaparecidas.

Actualmente se ha logrado reconstruir una base de más de 350 secuestrados que estuvieron en el Club Atlético, entre sobrevivientes y desaparecidos. Este Centro de detención funcionó articulado con otros dos: “Banco” y “Olimpo”, formando parte de un circuito represivo conocido como ABO (AtléticoBancoOlimpo) ya que en los tres participaron los mismo Grupos de Tareas, operando bajo las órdenes del Primer Cuerpo del Ejército.

Después de mucho trabajo, investigación y esfuerzo, fue declarado -en 2005- “Sitio Histórico” por la Ley 1794 de la CABA y en 2014 se logró su Declaración de Lugar Histórico Nacional a través del Decreto 1762/2014. A partir de allí, el proyecto de recuperación de la memoria del ex CCDTyE “Club Atlético”, está a cargo de la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación con quien colabora una Comisión -creada mediante Decreto 219-GCBA/03- integrada por sobrevivientes, familiares de desaparecidos, organismos de derechos humanos, organizaciones barriales y demás actores que bregan por su persistencia y avance. El equipo de trabajo para llevarlo a cabo son empleados de la Secretaria de Derechos Humanos y está formado por arqueólogos, historiadores, conservadores y museólogos.

Con la idea de entender mejor qué fue y es, cuál es el trabajo y para qué se realiza, nos acercamos a las oficinas-laboratorio de dicha Comisión, donde nos recibieron Laura Dugnine (Coordinadora arqueóloga), Valeria Contissa (conservadora) y Silvina Duran (arqueóloga).

El Sol: ¿Qué fue exactamente el Ex Club Atlético?

L-V-S: “Club Atlético” era un nombre de fantasía, como los que se solía asignar a modo de código, a los centros clandestinos. En realidad, se trataba de un edificio de depósito perteneciente a la Policía Federal. Allí llevaban a personas detenidas ilegalmente y eran conducidas al sótano del edificio donde sufrían -por parte de los represores- todo tipo de vejámenes y torturas. Se sabe que no hubo maternidad, que las embarazadas eran trasladadas a la ESMA, pero existe una lista de catorce mujeres que pasaron por allí y que pudieron haber dado a luz y cuyos hijos aún son buscados, salvo tres de ellos que fueron recuperados.

¿Cómo surge el proyecto de recuperación de la memoria del CCDTyE?

Surge a partir del año 1996, momento en el cual un grupo de personas de la sociedad civil, familiares de desaparecidos, agrupaciones de derechos humanos y sobrevivientes se reúnen en el lugar con la idea de visibilizar, señalizar y reclamar la recuperación y excavación del sitio. Entonces se realizan jornadas de la memoria donde se leía la lista de desaparecidos y se realizaban manifestaciones artísticas como lo fueron las esculturas de papel maché y de madera en homenaje a los desaparecidos y se instauró el ritual más importante que perdura hasta el día de hoy, que se trata del encendido de antorchas para recordar a las víctimas. El lugar sufrió varios atentados como, la quema del tótem en el año 1996, la destrucción de otro en el 1997; en 2010 –en vísperas del 24 de marzo- se halló sobre el muro de la plaza -frente al sitio-, la inscripción “AAA 30.000…y FUERON POCOS”.

En el año 2002 se impulsó la idea de recuperación de la memoria, se gestionó finalmente el inicio de las excavaciones que confirmó rápidamente la existencia del centro y la coincidencia de los planos diseñados por los sobrevivientes con los planos oficiales. También se encontraron objetos fundamentales para la confirmación de los testimonios y en el año 2003 se creó el Programa de Recuperación de la Memoria y se le dio entidad legal a la Comisión de Trabajo y Consenso.

¿Cuáles son las tareas más importantes que desarrollan día a día en el programa?

Aquí se trabaja actualmente con el objetivo de la reconstrucción de la historia del edificio, del funcionamiento y metodologías del accionar represivo, de la investigación para la devolución de la identidad de los desaparecidos vistos en el lugar, la actualización del listado de sobrevivientes, la elaboración del listado de represores y torturadores. En términos generales, contribuir a la búsqueda del esclarecimiento de la verdad histórica. Las tareas más importantes son la investigación documental y material; así como la conservación de objetos y la arquitectura encontrada; la Línea Historias de Vida que se trata de la reconstrucción de la historia de las personas que pasaron por ese centro y la difusión, que se realiza a través de las visitas guiadas. A veces se cree erróneamente que la arqueología es solo la extracción de objetos, pero “Los objetos no hablan por sí solos, es necesario hacerlos hablar” por eso es muy importante el trabajo que se hace en conjunto con los testimonios de los sobrevivientes, la investigación de documentos, etc. que permiten unir la piezas para la reconstrucción de la historia.

¿Cómo avanza el trabajo y cuáles son las complicaciones o dificultades que tienen?

Se han realizado excavaciones donde se hallaron objetos muy importantes que ayudaron y aportaron a esclarecer muchas situaciones y que fueron piezas fundamentales en el juicio y la recuperación de la identidad. Todavía queda mucho por hacer. El hecho de que el edificio haya sido demolido y construida la autopista sobre él, por un lado, dificulta las excavaciones pero también es una ventaja, ya que muchos otros centros fueron ‘limpiados’ y reconstruidos para borrar toda huella, pero acá no; acá demolieron y los objetos siguen sepultados. Una dificultad muy grande que tenemos es la de no poder tener la sala de exhibición y el área administrativa en el mismo sitio arqueológico. En general las dificultades en los avances de cada línea de trabajo, desde que existe el proyecto, generalmente son presupuestarias. Con mayor presupuesto podría existir una sala que exhiba una mayor cantidad mayor de objetos de los que hay ahora; lo mismo acontece con el avance de las excavaciones en el lugar y con la difusión de las historias de vida que se tiene. Lo importante para nosotros, como equipo de trabajo, es siempre avanzar con los recursos con los que contamos y no dejar de reclamar mayor presupuesto para poder llevar adelante mejor la misión que tenemos

¿Qué les parece interesante difundir al vecino y de qué manera él podría hacer su aporte?

Lo que más nos interesa es que sepan de la existencia del lugar, que vengan, que lo recorran. Nosotros vamos a dar charlas en las escuelas y ellas pueden venir a visitar el sitio y la exposición de objetos hallados en las excavaciones. También invitamos a los vecinos a participar de las jornadas y del encendido de antorchas que tiene lugar -todos los años- el día 24 de marzo alrededor de las 19hs, luego de la marcha de la memoria. Es un momento muy emotivo e importante.

También cualquier aporte testimonial -ya sea relatos o fotos del edificio, cuando estaba en pie- que nos puedan acercar sobre esa época, es valioso.

Estos jóvenes representan un ejemplo de quienes luchan activamente por una sociedad mejor. Vale la pena conocer su tarea y aprender con ellos y de ellos esta parte de la historia del barrio. En resumen, sería un buen puente a construir, un puente de vida que no olvida.

 

Los vecinos que cuenten con fotos del edificio antes de su demolición o quieran aportar algún tipo de dato, pueden comunicarse con el  Tel 4307-3570 – [email protected]

La visita al sitio se puede realizar de lunes a viernes, previa llamada o envío de mail para poder coordinarlas.

Cecilia Calderón

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