Una cuadra de historia literaria
La ex Biblioteca Nacional y la Sociedad Argentina de Escritores
Mientras San Telmo se conoce como un barrio bohemio, su hermano Montserrat goza de una reputación más institucional. No sólo la Plaza de Mayo y el Cabildo de Buenos Aires son parte de ese legado sino también dos edificios clave de nuestra historia cultural.
La Biblioteca Nacional fue fundada por el mismísimo Mariano Moreno –político, periodista y prócer del iluminismo argentino– y la polémica sobre su fundación abarcó todo el siglo XIX y gran parte del siglo XX. Moreno concebía la creación de una Biblioteca Pública –tal era su nombre por entonces– como el segundo brazo de la Revolución de Mayo. Mientras el Colegio San Carlos –actual Colegio Nacional de Buenos Aires– albergaba a los patricios y Saavedra armaba su milicia, Moreno temía que la guerra consumiera los esfuerzos y las ideas de la joven Nación. Funda, entonces, la Biblioteca en lo que hoy conocemos como Manzana de las Luces para asegurar un patrimonio bibliográfico al pueblo.
El primer material con el que cuenta la Biblioteca son libros expropiados a los jesuitas de la provincia de Córdoba más las donaciones de varias personalidades, entre ellos Belgrano y Moreno mismo. Las donaciones se sucederían a lo largo de las décadas.
Durante su primer siglo de vida asiste y es protagonista de los avatares nacionales, sin embargo recién a fines del siglo XIX es nombrada Biblioteca Nacional.
Con el cambio de siglo llega la mudanza. El Gobierno de Roca, por pedido expreso de su director, le asigna el recientemente construido edificio de México 564, a escasos cien metros del límite entre nuestros dos barrios. La Historia no está exenta de ironía ya que ese edificio, encargado al arquitecto italiano Carlo Morra, estaba originalmente destinado a la Lotería Nacional. Allí, timoneada por Paul Groussac, aterrizó en 1902 y se mantuvo bajo su ala por un total de cuarenta años. Ya no era sólo el sueño morenista. Nacía enorme la segunda etapa de la Biblioteca junto con el siglo XX. Con Groussac aparecieron La Biblioteca y Anales de la Biblioteca Nacional, destinadas al presente de la Historia, la crítica literaria y la bibliotecología. Es, a su vez, el primero en escribir una Historia de la Biblioteca Nacional.
Por otro lado, en el año 1928, luego de realizarse exitosamente la primera Feria del Libro, se crea la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). Su primera comisión directiva, con el controversial Leopoldo Lugones como presidente, es una miscelánea de las personalidades literarias de la época. Confluyen allí hombres diversos, incluso rivales, y con ella nace el escritor como profesional en la Argentina. Horacio Quiroga, Manuel Gálvez, Samuel Glusberg, Jorge Luis Borges, Ezequiel Martínez Estrada, todos reunidos detrás de un mismo objetivo, como rezaba su acta fundacional: “Fomentar, prestigiar y difundir las letras en la República Argentina; prestigiar y difundir las letras argentinas en el extranjero; representar, administrar y defender los intereses materiales y morales de los escritores y publicistas”.
Bajo la dirección de Martínez Estrada, en la que era su segunda presidencia y luego de varias mudanzas, la SADE adquirió el predio de México 524 en el año 1946. Esa casa aloja hoy el Museo del Escritor y el restaurante El Histórico, cuyo sólo nombre le hace honor a su herencia.
La SADE tuvo una larga lista de presidentes, entre los que podemos destacar a quien es considerado nuestro mayor escritor: Borges, vocal de la primera comisión directiva y presidente entre 1950 y 1953. Sólo dos años después sería director de la Biblioteca Nacional, continuando así una vida dedicada a la literatura.
Las instituciones hoy
Hoy, la SADE conserva la casa como Centro Cultural pero su sede central está en otro barrio. La Biblioteca Nacional logró mudarse a un edificio con las dimensiones para contenerla recién en el año 1993. Actualmente, en el edificio de la calle México, funciona el Centro Nacional de la Música y es sede, entre otros, del Ballet Folclórico Nacional y de la orquesta de Juan de Dios Filiberto. La sala de lectura permanece intacta y sus estantes, ahora vacíos, nos recuerdan lo que ya sabemos: en Montserrat se respira la Historia.
A pocos metros de la puerta de la Biblioteca Nacional los escritores argentinos se asociaban. Sólo podemos suponer cuántos de ellos iban de una puerta a la otra, con sus libretas y sus inquietudes a cuestas. Citando a Horacio González, actual director de la Biblioteca Nacional: “Hay una historia de la lectura argentina ocurrida bajo la cúpula hoy vacía de la calle México. Son testimonios que atraviesan cómodamente momentos de ironía, denuesto o aspereza, pero revelan la importancia que tenía ese locus urbano para la iniciación literaria, el refugio de los errantes o la melancolía de los sabios”.
Ahora ambas instituciones se mudaron y caminar por esa cuadra se convierte en un acto de magia, en una máquina del tiempo. Podemos entrar para recordarlas, incluso los que no las conocimos en su momento. Están, como antes, a unos pasos de distancia.
Centro Nacional de la Música: www.cultura.gov.ar
Sociedad Argentina de Escritores: www.sade.org.ar/
Borges y Mujica Lainez
En la Biblioteca Nacional comienza una nueva etapa cuando Borges asume su dirección. Un gran amigo de “Georgie” –y vicepresidente de la SADE cuando Borges la presidía– fue Manuel Mujica Lainez. En señal de apoyo a la gestión de Borges donó una gran cantidad de manuscritos originales de su propia colección e instó a que se hiciera publicidad del hecho para alentar otras posibles donaciones.
Allá por el año 1977, Borges y Mujica Lainez dialogaban mediados por una periodista del diario La Nación. Hablaban sobre la ciudad y sus cambios, y Borges decía que todavía sentía que quedaba algo de la Buenos Aires antigua que conoció en los barrios del Sur, con sus empedrados y sus pequeñas veredas. Pero Manucho lo corrigió aduciendo que la ceguera que Borges padecía traía también sus beneficios. La conclusión de Mujica Lainez quizás ponga en palabras el sentimiento de muchos residentes actuales que no terminan de entender qué es lo que les pesa de los cambios que se van sucediendo en estos años. Dijo Manucho a Borges: “estás viendo el San Telmo que nosotros conocemos. [El barrio] ahora es otro… que se ha disfrazado de San Telmo”.
Casa histórica
En la casona de México 524, conocida como “José Hernández”, conviven una pequeña sucursal de la SADE y el restaurante El Histórico. La propiedad data de 1860, perteneció a la familia de Felicitas Guerrero y fue conservada prácticamente idéntica a la original. A Felicitas la velaron en el salón principal, frente al hogar de piedra que aún se conserva.
Para disfrutar de una auténtica comida argentina nada mejor que hacerlo recreando la época. Con algo de suerte los atienda Juan, el mozo que conoce la historia del lugar: desde la atormentada vida de la familia hasta los detalles de la construcción original. Eso sí, hay que tener cuidado ya que el alma melancólica de Felicitas Guerrero, se cuenta, vaga todavía por las habitaciones de la casa.
—Lucía Olaizola