Vamos a ser generosos
Si pudiéramos ser absolutamente objetivos con nosotros mismos, no viviríamos creyéndonos el centro del mundo.
Disfrutamos de muchas cosas, por las cuales no hemos movido ni un dedo. La luz del sol, sale para todos, es democrática, no tiene costo alguno y todos podemos usarla para leer un buen libro al aire libre. La tierra generosa y sabia, es la que devuelve sus frutos sin preguntar a quién. El agua, la gran maravilla, que permite la vida y su belleza en todos los rincones del planeta. El aire, intangible e imprescindible, está siempre ahí dejándose llevar y traer por la brisa.
Y en medio de todo eso estamos nosotros, los humanos, que ni somos todos iguales, ni actuamos todos iguales y eso también es natural. Están los mezquinos, soberbios, intolerantes, resentidos, envidiosos, prepotentes, etc. que creen que el mundo les debe algo y evitan el esfuerzo propio apoyándose en el esfuerzo ajeno. Celebran las victorias de los otros como si fueran de ellos, intentando tontamente desvirtuar la realidad. Los vemos proliferar y hacer muy poco el bien, lamentablemente.
Hay otros, sencillos, cálidos, sabios, rectos, humildes, solidarios, etc. que agradecen lo que les da la naturaleza, pero también lo que reciben de sus pares, con gestos, palabras o actos. Pueden valorar lo que el otro hace para apoyar sus ideas o sus proyectos, porque también tienen el don de la generosidad. No saben especular, dan por dar.
Agradecer y dar, tienen todo a favor porque son acciones compatibles entre si y siempre van de la mano. Hagámoslo un hábito, puede ser el camino más simple para vencer la desconfianza que nos aleja de nuestros semejantes.
La vida nos une a todos, cerrando otro año más. Dejemos atrás los resentimientos, venzamos la desconfianza, recuperemos la solidaridad. Así podremos preparar el terreno para la tan ansiada felicidad. Depende de cada uno.
¡Feliz año nuevo!
María Ángela Varela