Vuelve la fiesta de Santa Anta este domingo
¡Viva Santa Ana! ¡Viva San Antonino! ¡Viva San Telmo!
San Telmo, barrio porteño por excelencia, atraviesa tiempos de cambios: las ferias de diseño la ganan terreno a los negocios de antigüedades, los turistas desbordan las calles y hasta los viejos negocios van perdiendo espacio frente a los dólares que todo lo compran. Sin embargo, sus más viejos habitantes sostienen, desde 1930, una tradición: el festejo del día de Santa Ana, patrona de la Marina Grande de Sorrento. La jornada convocante es el 26 de julio, día de esa Virgen, pero, elecciones mediante, este año la celebración se da el 7 de agosto. ¿De qué estamos hablando? De una multitudinaria peregrinación, con punto de origen en la Iglesia de San Pedro Telmo, sobre la calle Humberto Primero, recorriendo todo el barrio. Una historia de puro respeto a las raíces.
Cuentan los más viejos que todo empezó en la vieja iglesia de San Pedro Telmo, cuando las personas que integraban a la Asociación de Pescadores de la Marina Grande de Sorrento engendraron una celebración que se transformaría en un clásico del barrio: ellos eran el presidente, Antonio De Rosa; el vicepresidente, Francisco Espósito; los vocales Pascual Espósito y Saverio Lamarina; el recaudador Antonio Mellino yel tesorero Salvador Bellalto. ¿Quiénes eran? Todos pescadores oriundos de la Marina Grande de Sorrento, una colonia napolitana, quienes se esforzaron para llegar a hacer la fiesta que siempre soñaron, tiñendo la Iglesia con brillantes banderas, luces y banderines con los colores de Italia, Argentina y, también, el Vaticano. En los primeros años se tomaban el trabajo de ir casa por casa recaudando fondos para la compra de fuegos artificiales, así como también se encargaban de conseguir el permiso de la Policía y los bomberos y de contar con la colaboración de los boy scouts, una banda de música y hasta de los chicos del Patronato de la Infancia, ubicado detrás de la Iglesia.
Llegado el gran día (el 26 de julio, o el fin de semana posterior), el momento cumbre: la salida de la imagen de la Virgen a la calle. En los inicios de esta tradición, simplemente montada en una capillita, a la que todo el barrio recibía con flores, pétalos, música, fuegos artificiales. Pero este acto lleva consigo la costumbre más fiel: la Virgen salía y sale de la Iglesia cargada por los muchachos de la colectividad, vestidos con tradicionales pantalones blancos y poleras azules, como buenos marineros. Nuestra querida abuela Ermelinda, cooperaba cosiendo los pantalones de los varones de toda la familia, para seguir a nuestra virgen por toda la procesión. Así pasaron los años y las cosas fueron mejorando, hasta que en el año 1947, Antonio Mellino mandó a hacer una nueva imagen de Santa Ana, encargándosela a un escultor del barrio, que como único modelo tuvo una estampa italiana: la realizó de yeso macizo, lo que provocó que la virgen pesara alrededor de 300 kilos. Para completar el cuadro, en el día de la fiesta las mujeres adornan la Virgen con flores y, antiguamente, hasta con oro, que donaban por las promesas realizadas. Lamentablente, la costumbre del oro se fue perdiendo en el tiempo, habida cuenta de una serie de robos, que generaron que Salvador Bellalto se encargara de guardar las donaciones.
Como decíamos, la tradición se fue multiplicando y, con los años a Buenos Aires llegó San Antonino, patrono de Sorrento, traído de Italia por Antonio Coluccio. Para ese entonces, el presidente de la Asociación de Pescadores era Salvador Mellino. El, junto a hermanos y compatriotas, se reunían todos los domingos del año para programar la procesión, preparando, además, los souvenirs para cada acontecimiento de la colectividad. El salón en donde se realizaban estos encuentros quedaba en la calle Cochabamba, a metros de Defensa. Allí se invitaba a importantes cantantes napolitanos y embajadores de Italia, en eventos que seguían al pie de la letra las costumbres de los viejos “tanos”. Por desgracia, el salón se fue perdiendo, por falta de fondos, aunque hoy en día la comunidad sigue luchando para recuperarlo.
Pero ni los malos tiempos impidieron que los Santos siguiera saliendo todos los años, con lluvia, frío o sol, a recorrer las calles de nuestro querido y viejo San Telmo. Las mujeres colaboran cada año, preparando la vestimenta de sus esposos, hijos y nietos; incluso hasta las más niñas siguen luciendo la vestimenta típica de las colonias italianas. Hoy en día, por más que muchas familias hayan dejado de lado esta tradición, todavía mi marido (José), junto a mis hijos (Ana, Luciana, Dino y Diego) y nietos (Catalina y Marko), siguen llevando y acompañando a la Virgen durante toda la procesión, como lo harán seguramente mis bisnietos en el futuro. Así me lo enseñó mi papá y también lo hizo mi marido. Cada año es más la cantidad de gente que concurre a esta fiesta y se emociona junta a todos nosotros, como los extranjeros se encuentran con semejante festejo y preguntan qué pasa, qué hacen. Impresiona. Ojalá que la Virgen nos dé la fuerza y la salud para seguir cada año mejor y con más entusiasmo. Mucha gente se nos fue, dejando en cada uno de nosotros toda su fuerza, compromiso, fe y voluntad trabajo para seguir con la Virgen y nunca abandonarla. ¡Viva Santa Ana! ¡Viva San Antonino!
Buenos días, quería saber como se llamaba el cantante napolitano que cantó el día de la fiesta de Santa Ana. gracias