Yo, el Puente Jorge Luis Borges

Mi infancia

Mi infancia duró 34 años, contando desde mi inauguración (año 1929) hasta que dejaron de circular los tranvías (año 1963).

Nací, como puente metálico sobre las vías del Ferrocarril del Sud, situado antes de la playa de maniobras de la Estación Constitución, vinculando Parque Patricios con Barracas y San Telmo (a través de las Av. Garay y Caseros).

Soy el primero de la serie de doce “Bajo puentes” a lo largo del Ferrocarril del Sud y la mayoría de ellos tiene mi estilo. Soy un colega de los 12 puentes de Ferrocarril del Sud (por ejemplo, los de Cipolletti y Neuquén).

Mido 80 metros de largo y 10 metros de ancho. Me encuentro detrás de la estación Constitución, entre las calles Paracas (“lluvia de arenas” en quichua) y Guanahani (nombre de la isla donde desembarcó Colón en América).

Tengo doble sentido de circulación y, como ya dije, soy inglés hasta los huesos, como los Beatles, porque me construyeron en Liverpool.

Han pasado, y pasan sobre mí, vehículos livianos, pesados y transporte público de pasajeros (en una época, también el tranvía eléctrico que llegaba a San Telmo). Tengo amplias veredas para los peatones que pasan de un barrio a otro.

Soy parte de una arquitectura ferroviaria que define el barrio en el que nací y que tiene tanto que ver con lo inglés, como con el tango. Mis perfiles metálicos y mis remaches son ingleses, pero el piso es porteño: adoquines, cordones, vías, todo digno del tango “Cordón” de Chico Novarro: “Contame un poco más del tiempo aquel, en que el tranvía te afeitaba…”. Similar a los existentes en el barrio vecino.

Al poco tiempo de mi inauguración me llamaban “Puente de Barracas” (aunque anteriormente, Puente Barracas era el que estaba en el Riachuelo).

Una curiosidad de esa época es que existía la creencia de que el vapor de las locomotoras, como un sahumerio gigante, era beneficioso para la salud. Así que muchos vecinos de Barracas, Parque patricios y San Telmo venían hacía mí en los horarios del paso de los trenes, eran varios los que iban al sur para aspirar ese vapor desde mis seguras veredas y se asomaban, como en un balcón para recibir esa especie de vapores termales. Esto sucedió durante muchos años, hasta que el ferrocarril fue electrificado y ya no había más locomotoras a vapor. Esa aspiración se hizo costumbre ya que los vecinos lo usaban en los puentes anteriores, ya sea el peatonal como el que reemplacé, el histórico Puente de las Carretas.

Pero el mejor homenaje que recibí es algo que escribió mi amigo Jorge Luis Borges y que todavía me emociona. En 1953, a Borges le gustaba venir a visitarme casi todos los días para verme cuando salía de la biblioteca ubicada en Monserrat. En 1953 escribió en su poema “Mateo XXV, 30”:

“El primer puente de Constitución y a mis pies

Fragor de trenes tejían laberintos de hierro

Humo y silbatos escalaban la noche

Que de golpe fue el Juicio Universal”.   

Tal vez por mi origen inglés, a Borges le gustaba recorrerme. En aquella época, era director de la Biblioteca Nacional, (entre los años 1955 a 1973) que estaba en México 564 y para ir a su trabajo, siempre pasaba por el Parque Lezama en San Telmo. Éramos sus dos amores.

Otro escritor, también amigo de Borges pero que vivía en EE. UU, cada vez que venía a la Argentina quería conocer los lugares comentados en sus libros. Se llamaba Paul Auster (nacido en 1947); a este escritor y cineasta lo vi pasar varias veces.

Mi ser social

Me gustaría hablar sobre cómo me integro con el ambiente que me rodea, y mi influencia en los barrios, aunque en este punto tengo varias quejas.

No dudo de que los artistas del llamado “arte callejero” se ven inspirados por mí, ya que muchas de las paredes que me rodean han sido pintadas. Pero tengo que confesar que ese no es mi estilo.

No tengo ningún espacio verde a mí alrededor y tampoco hay cámaras de seguridad para impedir que me utilicen los asaltantes.

Debido a esto, en la parte alta de las barandas me pusieron rollos de alambre de púa que me hacen parecer un campo de concentración y desvirtúan mi facha de Lord inglés. Por otro lado, es increíble que aumente la comunicación con bicicleta entre Barracas, San Telmo y Parque Patricios.

Sin embargo, sigo pensando que cumplo una importante función social: la de permitir que zonas de la ciudad más modernas -que habían quedado divorciadas- puedan unirse.

                                                                                               Ing. Vial Mario Briski

Párrafos que integran el libro “Los puentes hablan”, donde hace referencia al antiguo Puente Ituzaingó, hoy Jorge Luis Borges.

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *